sábado, 30 de agosto de 2008

7º Etapa: Triacastela - Melide (por Samos)

Fecha: 30 de Agosto de 2008
Etapa: Triacastela - Melide
Km: 83 según la guía, 92 km según mi cuentakilométros
Hora de salida: 7:40
Hora de llegada: 17:15
Etapa realizada entera por carretera. Para los que queráis ir por camino, quizá sea el día que menos os ayuden estos comentarios, al menos hasta Portomarín. Desde allí, la ruta discurre muchos km por asfalto, que es la misma ruta que llevamos nosotros.


Nos levantamos a la hora acostumbrada, las 6:45. Encendimos la luz sin problemas por que hubiera vecinos, y colocamos tranquilamente las alforjas. Bajamos al comedor a desayunar y a montar las alforjas en las bicis. Dimos la primera pedalada sobre las 7:15, aún de noche, por que el día amaneció muy nublado.

Tal y como hablamos el día anterior, la ruta de hoy la haríamos empezando por carretera hacía Samos, preveyendo que hoy si que nos íbamos a mojar. La ruta rompepiernas no incitaba a hacer muchos kilómetros, pero queríamos llegar lo más cerca posible de Santiago para realizar al día siguiente una etapa corta. La idea inicial era parar en Ribadiso, pequeño pueblo, pero según las guias, con muy buen albergue y una playa fluvial muy chula. En vista del tiempo que hacía, casi para llover, decidimos que sería mejor parar a dormir en Melide, cenar en la pulperia Ezequiel, y dejar 52 km para el últmo día.

Por el arcén de la carretera, y como todo el día de hoy, en continuo sube y baja, partimos hacía Samos. Yo iba el primero, con una luz delantera blanca que Jose me acopló en la bici; luego Carlos y el último Jose con la luz roja en la parte de atrás de la bici. Era la mejor forma de ser vistos por los coches.

Llegamos a Samos sobre las 8:30.
Lo más destacado, su impresionante Monasterio. Paramos a sellar la credencial, y pudimos ver que tenían habilitado un pequeño cuarto pegado a la puerta con las literas para los peregrinos. Nos llamó mucho la atención que con un edificio tan impresionantemente grande, alojaran a los peregrinos en un sitio tan cercano a la puerta, en días como hoy, con lluvia y frio. En fin, por la parte de atrás pudimos pasar a la iglesia, que estaban en misa, y relizamos unas pocas fotos, estropeadas por los andamios colocados para la restauración de una de las fachadas.

Seguimos la ruta por el arcén de la c
arretera, con el continuo sube y baja, rodeado de montañas, de bosques, de verde y más verde, y con la tensa espera del diluvio que estaba a punto de venirse encima.
En una de las bajadas, paramos a hacer una de las fotos chorras del camino, a la entrada del municipio de "Frollais". Creo que fué llegar y a los tres se nos puso una sonrisa en la cara que hizo que nos miráramos y paráramos a hacer la foto.
Quién nos iba a decir a nosotros que por culpa de esa fo
to no íbamos a poder llegar a Sarría antes de que nos cayera el tormentón del día y nos pusieramos hasta las trancas mientras buscábamos un lugar dónde poder covijarnos en mitad de la nada. Aguantamos bajo la lluvia 1 minuto y paramos en lo que parecían los cimientos de una casa a medio construir.
Al rato llegó un italiano que se encontró en la misma situación, y busco co
bijo en el único lugar que había. Allí permanecimos casi 1 hora mientras amainaba la tempestad, y por no cambiarme de ropa ni ponerme un chubasquero seco, me entró un tembleque que me duró bastante tiempo.
Después de una hora, decidimos salir, y a los 3 minutos, llegamos a Sarria. Sino hubieramos hecho aquella foto, habríamos lleg
ado sin problema. Nos tomamos un café mientras entrábamos algo en calor. En ese momento pensé que la próxima compra que haría sería la de un buen chubasquero, ligero para hacer deporte y que abrigue.
A la salida de Sarria se entra en una de las zonas más húmedas y oscuras del camino, con densos bosques de robles, hayas y pinos. Hoy me es más dificil precisar por que pueblos pasa la carretera por la que vamos y que nos llevará hasta Portomarín casi sin parada, por que no dejó de llover en ningún momento. Supongo que Barbadelo, Rente, Brea (en cuya salida se encuentra el hito de 100 km a Santiago), Ferreiros y Vilachá son los pueblos más signficativos por los que la ruta pasa.
Cabe destacarla gran bajada de unos 6-7 km que hay antes de llega
r a Portomarín, y que con la lluvia y por el arcén de la carretera, había que hacer con mucho cuidado. Esta vez fué Carlos quién fué el primero, y al que estuvimos a punto de ver en más de una ocación en el suelo por la excesiva velocidad con la que bajaba y por la cantidad de tiempo que circulaba por las líenas pintadas de la carretera, que tan traicionaras son con lluvia.

Sobre las 12:00, y acabado el descenso, se llega a un puente sobre el rio Miño que nos lleva a Portomarín, una de las localidades más importantes de del camino. Una vez se cruza el puente, se gira a la derecha para, en cuesta, subir al centro del pueblo y llegar a su plaza, dónde destaca la Iglesia de San Nicolas.
Aquí realizamos una parada de unos 20 minutos para sellar en la iglesia, tomarnos la fruta y el bollito que había sobrado del desayuno.
Eran las 12:15, y llevábamos 3 horas bajo la lluvia: al principio se hace duro, sobre todo por el frio que se te queda en el cuerpo, pero en cuanto entras en calor, se hace todo mucho más llevadero.

Se baja hasta la carretera y se sigue en dirección Toxibo. Durante unos 10 km, la ruta será en continuo ascenso, dejando a un lado Castromaior. Llega un momento que se atraviesa la carretera Nacional de Ourense (N-540); se cruza por arriba y
después se gira a la izquierda, para en seguida girar a la derecha por una carretera comarcal que nos acompañará casi hasta Palas de Rei. Es una carretera con poco tráfico, pero con el continuo sube y baja de toda la etapa, pero que permite que podamos ir en paralelo comentando la jornada. Se subo el alto de Ligonde y el Alto del Rosario, pero con sus respectivas bajadas después, esta última nos llevará hasta la N-547 que nos acercará a Palas de Rei.

Quedaban unos 15 km para llegar a Melide, y eran algo más de las 14:30, así que decidimos parar a comer en una pulperia que había en la carretera, por que se nos iba a hacer tarde para llegar a Melide, buscar el albergue y bajar a comer.
No recuerdo el nombre, pero comimos muy bien, menú del día que incluia pulpo por un euro más (creo que eran unos 10 euros).

Esta vez no hubo siesta, ya que la llu
via seguia. Montamos de nuevo en las bicis y seguimos hasta Melide. La primera parte es bastante bajada, pero la última vuelve en sube y baja habitual.

Serían las 16:30 cuando llegamos a
Melide, con 92 km en el cuentakilómetros. La llegada por carretera se hace muy larga, en continua cuesta.

El albergue: esta vez la decisión de a que albergue ir era más facil, ya que sólo hay uno, y por cierto, el peor con diferencia
de todo el camino. Hay que llegar hasta una plaza dónde hay una intersección de 2 carreteras, y en la parte derecha salen unas flechas amarillas que te dirigen a él. Está cerca de la plaza del convento, por la rua San Antonio.
Es un edificio grande de color gris que ocupada casi una manzana entera. Nos atenció una chica, que nos asigno unas camas en la primera planta. Dejamos las bicis candadas en la parte trasera, con suerte de ser los primeros y poder dejarla en un porche, al abrigo de la lluvia.
Dispone de unas 130 plazas, con habitaciones de 16 personas, en 2 zonas, con literas apiñadas y poco espacio. Ya había varias personas en la siesta. Lo peor del albergue sin duda son sus duchas, que son mixtas y sin puerta. Solo hay una ducha al final con puerta, que iban ocupando las mujeres según llegaban. Es uno de los p
roblemas, que hasta que no ocupan una habitación entera, no va gente a otra, con lo cual, en todas se monta cola para ir a las duchas.
Dejamos las alforjas, nos duchamos, lavamos, esta vez no tendimos, por que estaba lloviendo y por que era el último día y teníamos ropa limpia para ponernos al día siguietne, y nos fuimos a tomarnos ese líquido elemento de color amarillento que tan bien nos sienta todas las tardes.
El precio eran 3 euros (creo recordar).

El pueblo: es bastante grande, y encima estaban en fiestas, lo que junto a que era sábado, ayudaba a animar el ambiente. Fuimos hacía el centro, desandando el camino hecho con la bici, y pasamos a uno de los bares de la zona.

Estando en Melida, hay que ir sin duda a la pulperia Ezequiel para cenar. Una tremenda ración de buen pulpo con alvariño que quita todos los males, cansancios, lluvias..... del día. Para llegar a ella, hay que seguir deshaciendo la ruta en bici por la calle principal hacía abajo, en la acera de la derecha.

Provisiones: nosotros no compramos nada el día siguiente, pero hay varios supermercados.

Ha sido un día muy duro, por la continua lluvia y por el continuo rompepiernas del recorrido. De no ser por la primera, supongo que recorrer Galicia por los caminos habría sido algo mucho más bonito de lo que ha sido. Pero a pesar de todo, la lluvia no ha sido tan horrible como pensaba los días que iba sólo; una vez que entra el cuerpo y las piernas en calor, y teniendo un buen chubasquero y unas bolsas estanca para la bici, lo peor simplemente es el llevar cuidado en la carretera con no pisar las líneas blancas y seguir bien por el arcen.

Después de cenar, nos tomamos una pinta en una taberna irlandesa que hay muy cerca del albergue, y a las 22:00 horas estábamos en el albergue para dormir, siendo los últimos de la habitación en acostarnos.

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